La violencia de género, más invisibilizada en en medio rural

Patricia Martín / ICAL
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Amalia Gozálvez analiza la situación en la zona rural de Segovia, con una beca de la Diputación

La violencia de género, más invisibilizada en en medio rural - Foto: Nacho Valverde (ICAL)

Las mujeres víctimas de la violencia de género están más invisibilizadas y su situación es "peor" cuanto menor es el municipio donde viven y más alejado está de los servicios sociales. Así lo refleja el estudio 'Violencia de género en la zona rural de Segovia. Impacto en las víctimas y en sus hijas e hijos', elaborado por la abogada Amalia Gozálvez, con una beca de la Diputación Provincial. 

Esta radiografía, según indicó Gozálvez, muestra que todos los datos, comparados con la última macroencuesta relacionada con la mujer, elaborado en 2019, son superiores en las mujeres rurales de Segovia. "Si por ejemplo, el porcentaje de mujeres golpeadas por su parejas o exparejas esté digamos en un 10 por ciento, serán tres o cuatro puntos por encima en mujeres que habitan en el mundo rural", detalló.

Acompañada del presidente de la Diputación, Miguel Ángel de Vicente, y la consejera de Familia e Igualdad de Oportunidades, Isabel Blanco, Gozálvez remarcó que son "los datos" los que le permiten asegurar que, dejando claro que "el mundo rural es solidario", se ha demostrado que "en muchas ocasiones en violencia de género las mujeres están más invisibilizadas y tienen más miedo a que se conozca su situación". Algo que se agrava cuanto más pequeño es el pueblo en el que viven.

En general, las mujeres rurales, en la provincia de Segovia, se enfrentan "peor a las situaciones en caso de violencia de género que las mujeres urbanas". En las ciudades, sostuvo la autora del estudio, existe "menos miedo al que dirán", así como otros aspectos como la maternidad. En los pueblos, es "muy importante" y las mujeres, mientras que están criando a los hijos no salen de esta situación, se quedan con su agresor ya que "permanecen más tiempo en situaciones de violencia de género".

Otro problema que la autora puso encima de la mesa fue la lejanía de los recursos a disposición de las víctimas de violencia de género si viven en pueblos pequeños. En esta provincia, el punto de encuentro está en la capital. Si la mujer víctima de violencia de género vive en el nordeste, en Ayllón por ejemplo, tiene que hacer 90 kilómetros de ida y otros 90 de vuelta para que sus hijos estén dos horas en la visita con el padre, y así "a lo mejor dos o tres veces a la semana". En su opinión, eso "es tremendo".

Este estudio se ha realizado con entrevistas a mujeres que han denunciado violencia de género; mujeres que no han denunciado y mujeres que acabaron retirando la denuncia contra su agresor. También tuvo en cuenta si están institucionalizadas y no institucionalizadas, aquellas que buscaron la manera de arreglarse la vida por ellas mismas o fueron ayudadas por los servicios sociales.

Amalia Gozálvez resaltó que hay "una diferencia asombrosa" con las víctimas que fueron atendidas por los servicios sociales para su sanación física y emocionalmente, por ejemplo, para no volver a caer en otras parejas que también las maltrate. "La ayuda pautada", resumió, está ayudando a las víctimas de violencia género, que están encontrando unos recurso y medios de mayor calidad, aunque también indicaron en la encuesta que les gustaría una mayor formación de los profesionales de CEASS y cualificación.

Miedo y resignación

Gozálvez dijo que la violencia que se ejerce hacia las mujeres en el mundo rural no puede quedarse en las administraciones públicas sino que "tiene que ir más allá al ser un problema de todos y todas". Si a estas mujeres no les llegan las soluciones y los recursos, por el problema que sea, es que "algo se queda a mitad de camino". Para esta abogada y especialista en violencia de género, tiene que existir un cambio en la sociedad, que rompan con las cuestiones que provocan "la imposibilidad de estas mujeres de poner una denuncia, de salir de la violencia".

La solución pasa por "la igualdad", para que estas mujeres, que viven en pueblos, sobre todo, en los pequeños, puedan "perder el miedo a agresor y a la sociedad, al que dirán, al pensamiento de que me van a echar a mi la culpa de lo que está ocurriendo". Amalia Gozálvez aseguró que todas estas situaciones y pensamientos "en un pueblo pequeño es algo más duro que se revierta y es más difícil cuando nos conocemos todos".

Estas mujeres, dijo la abogada, necesitan "vencer a la sociedad de los pueblos pequeños", para salir de esta "lacra tremenda". Además, en el caso de las mujeres mayores, según las conclusiones generales del estudio, "asumen la violencia que se ejerce sobre ellas como algo inexorable e irremediable, más proveniente del azar que de su condición de mujeres. Es decir, el maltrato se acepta con 'resignación'".

En el texto final elaborado por la investigadora, expone que "el miedo al que dirán, el temor a no ser creídas y la falta de recursos para el mañana, la interposición de una denuncia les resulta realmente complicada".

El estudio suma también el desconocimiento de los derechos que les asisten por ser víctimas de violencia machista. "Las mujeres migrantes tienen un desconocimiento mayor, que se revela absoluto en el caso de las procedentes de Marruecos (son muchas las que residen en el medio rural de Segovia), por provenir de una sociedad muy rígida en cuanto a los roles de género y porque aquí, donde viven, lo hacen aisladas de la sociedad que las recibe". En resumen, ser mujer, migrante y vivir en el medio rural, las hace ser "especialmente vulnerables a la violencia".

La investigación, becada con 8.000 euros por la Diputación de Segovia, analiza desde los datos estadísticos judiciales en las zonas rurales de Segovia hasta los testimonios de diferentes víctimas de género de la provincia. Finaliza con una serie de propuestas de diferente índole destinadas al Estado, al Ministerio del Interior, al Consejo General del Poder Judicial, a la Junta de Castilla y León, a la Diputación y a los ayuntamientos.