"Mi hija gritaba: 'Papá, sálvate'

Nacho Sáez
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Los vecinos de El Espinar relatan el terrible paso de la DANA por el municipio, que quiere pedir la declaración de zona catastrófica.

"Mi hija gritaba: 'Papá, sálvate' - Foto: Rosa Blanco

Las últimas horas del primer domingo de septiembre, el último de vacaciones para muchos, no serán recordadas porque les tocara hacer las maletas o deshacerlas. La que debiera haber sido una noche para descansar y hacerse la idea de la obligación inminente de volver al trabajo o al colegio se convirtió en una de las peores pesadillas que han vivido despiertos en sus vidas. «Vine sobre las nueve de la noche para preparar cosas para el lunes, me fui a descargar y cuando volví el agua ya había cubierto la mitad del taller», cuenta Aitor Gómez, propietario de un taller de carpintería y uno de los más afectados por la DANA que el pasado domingo inundó cientos de casas, garajes y locales en El Espinar.

Más de un día después los destrozos eran evidentes sin entrar a comprobar los daños a ningún inmueble. Enseres apilados en las aceras, calzadas levantadas, otras hundidas, trabajadores del Ayuntamiento sin parar de realizar labores de limpieza y barro por todas partes en la calle Arroyo Merlero, que por unas horas perdió el título de 'calle' y volvió a ver aflorar en la superficie el caudal del arroyo que en la actualidad se encuentra canalizado.

El taller de Gómez se encuentra al final de la pendiente que traza esta calle. En un vídeo grabado la noche del domingo se puede ver cómo el agua cubrió casi por completo la puerta de entrada. «Intenté entrar sobre las dos de la madrugada con el agua hasta las rodillas, pero cada vez cubría más. Me salí porque era peligroso y no iba a recuperar nada», cuenta ya más tranquilo, resignado a su suerte aunque con un poso de rabia y tristeza que va a tener que luchar para superar. «Aquí tenía toda la herramienta, todas las máquinas, toda la madera, muebles fabricados, y todo se ha ido a la mierda en cuestión de 20 minutos. Soy una persona a la que le cuesta llorar, pero al final la rabia termina saliendo».

"Mi hija gritaba: 'Papá, sálvate' - Foto: Rosa Blanco

Ahora le toca empezar de cero pero no está dispuesto a quedarse de brazos cruzados. «Voy a seguir trabajando. Es que no queda otra porque si nos venimos abajo no hacemos nada. Con ayudas tiraré para adelante», remarca. Apenas unos metros calle arriba Angélica Velásquez todavía no ha sido capaz de encontrar esa fortaleza. El año pasado perdió a un hermano por un tumor cerebral y ahora su casa. No hay rastro de la alegría con la que celebró hace menos de dos años el premio que le tocó en la Lotería de Navidad y que le permitió remodelar su casa y disponer de una habitación más.

«Igual que lo gané, lo he perdido todo», llora mientras espera a que llegue el seguro para evaluar los desperfectos. El parqué está levantado, el agua ha entrado en todas partes y los electrodomésticos no funcionan. «Pero sobre es que fue horrible todo. De repente el agua llegaba hasta aquí», explica señalando el quicio de la ventana. Su casa está en planta calle. «Mi marido trajo sacos de arena para que el agua no entrara por la puerta, pero tuvimos que pedir auxilio a los vecinos y mi hija de diez años no dejaba de gritar: '¡Papá, sálvate! ¡Papá, sálvate!'. A una vecina de allá le tuvieron que sacar por la ventana y los coches flotaban. Ni en las películas había visto algo tan impactante», relata secándose como puede las lágrimas.

Un amigo les ha dejado una casa para que se queden, pero el banco se niega a aplazarles el pago de la hipoteca de la que han perdido. «Como no nos concedan la declaración de zona catastrófica, esto va a ser la ruina para el pueblo», subrayaba ya el lunes el alcalde de El Espinar, Javier Figueredo, muy descriptivo también en ese momento: «Parece que ha habido un tsunami». La estación de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) contabilizó en la vecina localidad de San Rafael 159 litros por metro cuadrado (42 en una hora), una de las cifras más elevadas de España en esta DANA que, además, se ha cobrado varias vidas.

"Mi hija gritaba: 'Papá, sálvate' - Foto: Rosa Blanco

Ninguna afortunadamente en El Espinar, donde sí que ha muerto al menos un caballo tras caerle encima la tapia del cementerio, presa también de una tormenta histórica. «Nunca habíamos visto algo así por aquí. Era impresionante», asegura Cristóbal Morales, presidente de una de las comunidades de vecinos de la calle Yecla. Allí el agua ha afectado principalmente a garajes y trasteros: «Todo lo que estuviera allí guardado en el suelo es para tirar». Cerca, en la calle Ramón y Cajal, Ángel Muñumel no arranca el coche por recomendación de su mecánico. «Parece que no ha entrado agua en el motor, pero veremos la avería que tiene», suspira al tiempo que muestra su garaje, donde las tapas de los sumideros cedieron por la presión del agua. «Tenemos aquí la caldera que alimenta al edificio y dice el técnico que sí que calienta, pero otra no», continúa, inquieto por la situación en la que se quedan.

El Consorcio de Compensación de Seguros en Castilla y León, adscrito al Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital, ha animado a los afectados a presentar sus reclamaciones a través de los teléfonos 900 222 665 o 952 367 042 de lunes a viernes de 9.00 a 18.00 horas o en el registro informático del Consorcio. Solo es necesario facilitar los datos básicos e indispensables para que pueda tramitar la solicitud y peritar los daños.
«Pero no tenemos fecha para que todo esto esté solucionado. Los seguros y el Consorcio están saturados así que nosotros vamos a tirar para adelante buscando limpieza y medios», asevera Esther Antón, otra vecina de un bloque al que se le ha inundado el garaje. «El Ayuntamiento puso los medios para que nadie corriera peligro, pero sientes angustia cuando ves que el agua se está metiendo en tu edificio», remacha.