20 años de una librería moderna

Sandra Segovia
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Ubicada en una de las adoquinadas calles del Real Sitio de San Ildefonso, 'Farinelli' ha unido dos modelos de negocio bajo un mismo techo: la venta de libros y la hostelería

Valentín Quevedo, librero de Farinelli desde hace una década - Foto: Rosa Blanco

A escasos metros del Palacio  Real de La Granja de San Ildefonso, pero sin ubicarse en una de las calles más concurridas de la localidad, se encuentra uno de los negocios con más encanto del Real Sitio. 

Su fachada en madera rojiza llama la atención sobre las del resto de la calle, que visten colores grisáceos, ocre e incluso rosas, pero no comparables. Cuando cruzas su puerta lo primero que te llama la atención es la barra de bar, que se encuentra rodeada de estanterías repletas de libros. Es la librería Farinelli, que ha apostado por este modelo de negocio que aúna dos comercios totalmente distintos pero que se complementan muy bien.

Valentín Quevedo se encuentra  sonriente detrás de la barra. Es librero y camarero en el establecimiento desde hace diez años y ya forma parte de la librería tanto como los libros. «Yo era procurador y dejé la profesión. En aquel momento Rafael Esteban, propietario de Farinelli, me ofreció llevar la librería y dije que sí». Fue entonces cuando se fusionó en un mismo local la venta de libros con la hostelería. «Éste es un país de bares, por eso unir ambos negocios creo que funciona». Esa sinergia es una de las singularidades del espacio, de las cuales no carece.
En sus dos plantas se pueden encontrar libros grandes, pequeños, de todo tipo de colores, grosores y temáticas. «No buscamos hacer la competencia a las grandes superficies. Aquí me interesa tener libros de fondo, que tengan largo recorrido. Libros que puede que hayan salido hace años pero que dejen un poso al leerlos. En muchas librerías lo que se hace es mover las novedades, y pasa como en el cine, vas continuamente cambiando de películas y al final dejas pasar buenas». Y ésa es la segunda de sus particularidades. A la lista también se añade que, además de cuidar minuciosamente el sentido de la vista y del gusto, tampoco descuidan el del oído, ya que se puede escuchar en un tono amable un amplio repertorio de música clásica. La combinación de estos ingredientes lo convierte en un lugar «mágico», como lo denominan sus clientes, a los que también se puede encontrar jugando al ajedrez en uno de los rincones del local; local que poco a poco se ha convertido en punto de encuentro para muchos padres que compiten contra sus hijos. 

A todo ésto se suman las actividades que se realizan en el lugar, como la retransmisión en directo de conciertos de ópera, presentaciones de libros, cinefórum o visualización de cursos online. Pero de una de las cosas de las que más se muestra orgulloso Valentín es de la edición de libros. Títulos como 'Toponimia de Valsaín' o 'Ascenso y caída del astro Farinelli contada por él mismo' han sido editados por la librería, mientras que para sacar a la luz otros como 'Los jardines de La Granja y sus esculturas decorativas' o 'Un prodigio hidráulico' han unido fuerzas entre los dos establecimientos libreros que hay en La Granja: Ícaro y Farinelli. «Estoy muy orgulloso de este esfuerzo que hemos hecho porque tener la posibilidad de escribir o publicar libros relacionados con el Real Sitio es una forma de expresar el cariño que tenemos por este lugar», revela. 

Y así, tras 20 años de andadura, el local se ha ido modernizando, pero sin perder su esencia: ser una librería.

¿Por qué el nombre de Farinelli?

El nombre de la librería no es casualidad, ya que es un guiño a los nueve años que el cantante castrato italiano, Carlo Maria Michelangelo Nicola Broschi, conocido por el sobrenombre de Farinelli, vivió en el Real Sitio de San Ildefonso ya que, en 1737 fue nombrado Músico de Cámara de Felipe V e Isabel de Farnesio.