La inesperada aparición en estos momentos en Barcelona de Clara Ponsatí, actual europarlamentaria de Junts y ex consejera de Educación de la Generalitat catalana durante el gobierno de Carles Puigdemont, cuando tuvo lugar el referéndum ilegal, no tiene más explicación que la proximidad de las elecciones municipales y autonómicas y la necesidad de Junts de volver a cargar contra el Estado, contra Esquerra –como principal rival político–, y remover la conciencia del independentismo, imponiendo sus tesis rupturistas, ahora que parece que el movimiento no se encuentra en su mejor momento.
Si hay algún otro motivo por el que Ponsatí ha decidido en este preciso momento su vuelta –más bien un viaje de ida y vuelta, ya que la europarlamentaria ya está en Bruselas de nuevo– solo lo conoce ella. Pero parece tener mucho sentido la cuestión preelectoral y las dudas que se presentan de cara a las elecciones como argumentos del circo que se ha montado, que ha vuelto a poner en entredicho la unidad del independentismo. Existe una clara división, y el resultado de las urnas será elocuente.
No hay que obviar que este inesperado viaje exprés también es fruto de una reforma legal promovida por el Gobierno de Pedro Sánchez –defendida también por ERC– en la que se despenalizaba en la práctica la sedición, lo que impide al Supremo juzgar a Ponsatí por este delito. La pena que pesa sobre ella es un delito de desobediencia, ni siquiera de desórdenes públicos agravados, lo que impedirá que la ex consejera acabe en prisión.
Es, en resumen, la muestra palpable de que el sistema ha quedado más debilitado frente a una amenaza latente que puede emerger en cualquier momento. Prueba de ello son las provocadoras declaraciones de la europarlamentaria incitando a la confrontación durante una puesta en escena aparentemente calculada. La sensación de impunidad que ha dejado este viaje en buena parte de la población es manifiesto.
Pero no se queda ahí la beligerancia de Junts, que además del mensaje que ha lanzado hacia su electorado, Clara Ponsatí ha aprovechado el inicio de la sesión plenaria que comenzaba este miércoles en la capital belga para arremeter con la presidenta de la Eurocámara, Roberta Metsola, y en consecuencia contra las instituciones europeas por permitir su detención durante unas horas.
La diferencia de pareceres alrededor de la inmunidad parlamentaria seguirá dando que hablar los próximos días, ya que hasta el momento los mensajes han sido muy cautelosos. Así, hasta el próximo 24 de abril, fecha en la que la ex consejera está obligada a comparecer ante la justicia española, esta situación habrá de aclararse. Lo cierto, y también previsible, es que Ponsatí ha dejado su asistencia a esta cita judicial en el aire.