La vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, coincide con Unidas Podemos en su falta de interés por saltar del barco del Ejecutivo de coalición, incluso en los momentos en los que las tensiones abrieron las grietas más profundas en su casco. Así lo demostró apoyando al presidente, Pedro Sánchez, en el envío de armas a Ucrania pese a la oposición frontal de los morados, que luego trataron de dar la vuelta a este respaldo al asegurar que Díaz estaba en consonancia con sus postulados.
Hechos como estos, y otras divergencias en materia económica con el partido que lidera Ione Belarra, parecen demostrar que la titular de Trabajo también está condenada a entenderse, en este caso no solo con el ala socialista del Ejecutivo, sino también con sus compañeros de coalición de Podemos.
Los morados, que miran de reojo todas sus acciones, aseguran que lo hacen desde el máximo respeto, aunque con la vista puesta en las próximas generales. Porque Díaz tiene en mente activar un proyecto electoral «transversal y sin siglas» de cara a esa cita y, el papel que pueda jugar Podemos en él, aún está por definir.
De hecho, la iniciativa política de la vicepresidenta segunda está actualmente en el aire. De momento, el proceso de escucha, el primer paso que quería dar antes de decidirse a impulsar una candidatura, ha sido pospuesto varias veces y por ahora está aparcado y sin fecha debido a la grave crisis que está provocando la invasión de la exrrepública soviética cuando todavía no se había remontado la causada por la pandemia.
Estos asuntos de Estado obligan a Díaz a no despistarse de sus tareas en el Gobierno, como ella mismo defendió hace unos días, recalcando que esa fase de consulta con la sociedad civil le hacía «mucha ilusión», de cara a construir una plataforma «transversal y sin siglas» que aspire a mayorías, no limitada con el espacio a la izquierda del PSOE.
Con este empeño de crear algo nuevo y que ilusione, la política gallega, que según los últimos CIS es la líder política mejor valorada por los españoles, lleva tiempo desmarcándose del resto de partidos, que considera alejados de la ciudadanía. Eso sí, sin desechar a esas fuerzas del proceso, con un papel secundario en el que incluye a Podemos y que suscita malestar en la formación de Belarra.
Dudas sobre sus planes
Fuentes del grupo que lideraba Pablo Iglesias siguen mostrando públicamente su respeto a los plazos en la toma de decisiones que se marca Díaz, aunque son cada vez más las voces que critican su peso cada vez mayor en la coalición y el contraste que protagoniza con la falta de proyecto de Belarra.
Además de la candidatura de la vicepresidenta, quedan otras incógnitas por resolver. La principal, cómo se articularía finalmente este proyecto de país, aunque la política tiene experiencia en la utilización de fórmulas líquidas como la que en su día posibilitó la creación de En Marea en Galicia, un conglomerado de partidos de la izquierda y el ámbito nacionalista que en 2016 se convirtió en principal fuerza opositora al Gobierno de Alberto Núñez Feijóo y que en 2020 desapareció del Parlamento autonómico desacreditado por las riñas internas.
No se trata ahora de sumar por sumar, y será el aterrizaje en listas electorales de todo este proceso lo que pueda generar mayores tensiones. Sobre todo si finalmente Díaz consigue ampliar el espacio y atraer a actores políticos como Íñigo Errejón, líder de Más Madrid, que abandonó el partido morado en 2019.
A más de año y medio de los próximos comicios generales, si es que se respetan finalmente los plazos previstos y no hay un adelanto electoral, el escenario es aún impredecible. Sobre todo en una legislatura como la actual, marcada por los vaivenes de la actualidad y las tensiones en el Congreso.