Una cinta para recrearse y también para denunciar

Nacho Sáez
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El segoviano José María 'Pototo' Díez ha estrenado en 28 salas de cine españolas una película que narra la vida de una cachorro hembra de lince boreal.

Fotograma de 'Lincessa. Los silencios del bosque'. - Foto: José María 'Pototo' Díez

En una visita al parque faunístico de Lacuniacha, en la provincia de Huesca, José María 'Pototo' Díez tuvo un «flechazo» y supo que tenía que emprender un proyecto. El resultado es 'Lincessa. Los silencios del bosque', una película que narra la vida de una cachorro hembra de lince boreal y denuncia la amenaza que se cierne en España sobre este animal, en peligro de extinción. La cinta se estrenó el pasado viernes en 28 salas de cine.

«Estoy alucinando», señala Pototo sobre la acogida que ha tenido su trabajo, llevado a cabo sin apenas apoyos. «A lo mejor parece prepotente, pero he producido, he dirigido, he guionizado, he fotografiado, he montado y he hecho la banda sonora. En la parte técnica del audio le debo todo a Carlos Faruolo (ganador de tres premios Goya y un BAFTA), y Carmen Téllez y Álvaro Hache han puesto la voz a Lincessa y al bosque y se han portado estupendamente», subraya.

Reportero gráfico de Televisión Española durante una década y en la actualidad operador de cámara en la productora Terra Incógnita Docs, Pototo tiene una larga trayectoria en la realización de documentales de naturaleza. «Me encantan, pero estaba un poco harto del lenguaje de esos documentales. Aunque lo intentamos suavizar a través de los guiones, siempre son nombres técnicos. Todo muy científico», explica. 'Lincessa. Los silencios del bosque' es una fábula narrada en primera persona. «Rompo con lo que en el cine llaman la 'cuarta pared'. Lincessa habla directamente al espectador a los ojos. Con los niños está funcionando muy bien», destaca.

José María 'Pototo' Díez, el pasado lunes.José María 'Pototo' Díez, el pasado lunes. - Foto: Rosa Blanco

Las grabaciones comenzaron en 2017 y han exigido a su autor una labor muy paciente. «El parque faunístico de Lacuniacha es un espacio grande, de como dos hectáreas más o menos, donde tienen un macho y tres o cuatro hembras de lince boreal. Y claro, es un espacio lo suficientemente grande como para que si ellos se quieren ocultar lo hagan. A mí me dieron permiso para moverme por todo el recorrido -que para el público está limitado-, me busqué un encuadre que fuera curioso y una luz interesante y poco a poco me fui ganando a los bichos, que vieron que no les molestaba», cuenta. Esa libertad le permitió disfrutar de momentos únicos: «Fue muy bonito. En los primeros días yo recibía gruñidos. Había una hembra que había tenido tres cachorretes, estaban como a unos ocho metros y de repente entró el macho -que yo no lo había visto por mi derecha- y me dio un gruñido. Pegué un brinco... Pero la hembra se mosqueó con el macho y fue trasladando a los cachorros uno a uno a unos ochenta centímetros de mí, valla metálica de por medio. Fue así como conseguía esas imágenes que hay tan bonitas de una patita del cachorrete, de solamente las orejitas... Hay unos planos que son absolutamente exquisitos».

En la película, Lincessa descubre al espectador los secretos y misterios de la vida en el interior del bosque, junto con su madre y su hermano. Es un canto a la diversidad y la alegría. «La vida en el bosque como nunca te la habían contado», resalta el cartel promocional del largometraje, que además reivindica al lince boreal. «Tiene mucho de denuncia», asevera Pototo.

«El ser humano aparece como antagonista porque somos nosotros los que nos hemos cargado al lince boreal y somos nosotros los responsables de recuperarlos. En la película hablo de algunos de los peligros que acechan al lince boreal, como es la pérdida de masas boscosas. Hay un problema internacional tanto en Asia como Europa  y es que no hay comunicación entre los diferentes masas boscosas.  Eso hace que la variabilidad genética del lince boreal se vaya perdiendo y ya sea muy pequeñita», alerta sin dejar de mencionar otras amenazas, como el furtivismo, y hacer una petición al Gobierno. «Debería garantizar que haya una población estable de lince boreal, como ha hecho con el lince ibérico. Su incidencia de daños en el ganado está calculado en un tres por ciento frente al treinta y tantos en el que está el lobo. Pero los políticos están muy interesados en los votos y poco en el medio ambiente», concluye Pototo.