Luis Miguel de Dios

TRIGO LIMPIO

Luis Miguel de Dios

Escritor y periodista


Milagro

11/04/2023

En esta tierra nuestra, aterriza un milagro cada año. No se trata, como en la Edad Media, de curaciones sobrenaturales, ni de vírgenes o santos que se hacen ver ante los mortales y lanzan mensajes o reclaman la construcción de templos, ermitas, y humilladeros. En este caso, en el del milagro anual, las apariciones son masivas, visibles para el personal, palpables, medibles. Los «aparecidos» suelen proceder de grandes ciudades y vienen cargados, entre otras cosas, de unos aparatos llamados móviles, mejor de última generación, con los que retratan todo lo que se mueve: procesiones, cofrades, pasos, monumentos, restaurantes, aglomeraciones, platos, tapas, artesanía, ancianos con boina, mujeres enlutadas…Nada escapa a su inquietud capitalina. El fenómeno de las apariciones se da también en los fines de semana y en el verano pero es en Semana Santa donde alcanza su máxima potencia y esplendor. Los pocos días que dura convierten a Castilla y León, esencialmente a algunas ciudades, en una región superpoblada, donde, además, reina un optimismo que contrasta con la resignación y el pesimismo de antes y de después. ¿Dónde se meterá toda esta gente el resto del año?, se preguntaba una señora de mi pueblo viendo la retransmisión de procesiones de Zamora, Valladolid, Ávila, Palencia, Burgos, Medina de Rioseco, León…Llenazos, aceras atiborradas, calles en las que no se podía andar. Eso, ¿dónde se meten? En la tarde del domingo teníamos la respuesta: en los atascos hacia Madrid. Nada nuevo, pero agudizado en estas fechas y reflejo, consecuencia, del absurdo y terrible desequilibrio territorial que impera en España y que, al menos de momento, no tiene visos de solución. Unos se agobian encerrados en el coche en las carreteras y otros, a los que les sobra aire y espacio, se lamentan porque sus pueblos vuelven a estar vacíos. Y así hasta que aterrice otra vez el milagro anual de la Semana Santa, ese que, paradójicamente, desaparece cuando llega la Resurrección. Resucita el Redentor, pero a esta tierra no la redime nadie de su Pasión de siglos y siglos, que amenaza con ser eterna.