Jesús Quijano

UN MINUTO MIO

Jesús Quijano

Catedrático de Derecho Mercantil de la Universidad de Valladolid


El Papa Francisco

28/04/2025

Cada Papa tiene su personalidad, y siempre ha sido así. Se les observa, se les analiza y se les compara. Luego vienen las preferencias y cada uno valora si el nuevo Papa, sea recién elegido o recién fallecido, se parece a aquél del que guarda un recuerdo especial, o por el que sintió especial simpatía. Esta misma operación se habrá hecho estos días por multitud de personas, más o menos fieles, creyentes o agnósticos. No en vano el Papa, aunque oficialmente solo sea el jefe espiritual de una confesión religiosa, la Iglesia Católica en este caso, cumple también otra función: desempeña un liderazgo social, mezcla de lo moral y lo cultural, con influencia sobre mucha gente que tiene en cuenta su doctrina y sus opiniones.
No será fácil la comparación del Papa Francisco con cualquier otro de sus antecesores. Su propio origen, en primer lugar. Desconozco si a lo largo de la historia de la Iglesia hubo muchos Papas no europeos, incluso no occidentales, incluso no italianos; pero éste fue el primer Papa americano. Y lo ejerció. Quiso distinguirse, en la vida y en la muerte, del boato, de la intriga, de las formas de la Curia vaticana, lo que parece que le generó más de un disgusto con el entorno, a la vez que le acarreó simpatía en muchos otros sectores. No fue solo el talante; también el discurso. Su insistencia a favor de la igualdad, de la comprensión, de la paz, de las posiciones más avanzadas en algunos de los problemas más lacerantes del mundo de hoy (la emigración y la pobreza, sobre todo), hizo que su voz tuviera un significado especial.
Buena muestra de ello es la afluencia, tan relevante, a sus funerales. Una buena ocasión para que tantos mandatarios que acudieron a Roma hubieran dedicado una parte de su tiempo allí, ante el féretro del Papa difunto, a meditar sobre cual sería la mejor forma de atender alguna de sus demandas. Tal vez habrían podido llegar in situ a algunos acuerdos muy del agrado de aquel personaje al que estaban despidiendo.
Ahora ya toda la curiosidad está puesta en el humo blanco que un día de estos saldrá de la chimenea de la Capilla Sixtina. Así es la vida. Y ojalá que el 'Habemus Papam' anuncie un paso adelante más, y en la misma línea, en el compromiso de la Iglesia con los problemas del mundo.