Pedro Sánchez, ya se sabe, tiene un altísimo concepto de sí mismo. Tanto, que ha propuesto seis combates cuerpo a cuerpo con Núñez Feijóo, seguro de noquear al líder del PP. Como Superman, y sin necesidad de kriptonita. Ya puestos, Sánchez podría proponer diez debates, o uno cada día.
Una vez más, el presidente de gobierno ha demostrado que su egolatría es infinita. Tan enorme, que es incapaz de asumir que ha recibido un castigo monumental y que una mayoría aplastante de españoles le han dicho a través de las urnas que no lo quieren como jefe de gobierno. No se ha presentado a las elecciones del 28 de mayo, pero a nadie se le escapa que los candidatos socialistas a los gobiernos regionales y ayuntamientos han sido víctimas del rechazo superlativo de infinidad de españoles al presidente de gobierno.
El PP no ha aceptado la propuesta de los seis debates, como es lógico. Tradicionalmente, han sido dos los debates entre los candidatos del PP y PSOE, además del que suele organizar la televisión pública con los candidatos de los partidos con representación parlamentaria. Lo que en principio dejaría fuera de juego a Yolanda Díaz, porque Suma no tiene esa representación, y es difícil que Podemos, si finalmente se integra en Suma, acepte que su voz sea la de Yolanda Díaz, cuando Podemos está hoy en guerra abierta con la vicepresidenta segunda. Quizás Compromis, o Izquierda Unida… será la Junta Electoral la que decida.
Con la propuesta de seis debates, seis, como en las corridas de toros, Pedro Sánchez busca máximo protagonismo en la campaña electoral. Da la impresión de que busca titulares tratando de minar a Feijóo, cuando lo que toca en este momento a los responsables políticos es ir cerrando capítulos tan relevantes como rematar los programas electorales y, más importante todavía, concretar las listas al Congreso y Senado.
Como siempre, la elaboración de listas es una pelea de gallos, y también una ocasión extraordinaria para observar el escenario político.
En las filas socialistas no se puede disimular la angustia: ministros y altos cargos de todo pelaje y condición suplican un hueco como sea. Demostración evidente de que creen que Sánchez no va a repetir gobierno y se quedarán en la calle después de disfrutar de gran poder e importantes privilegios.
Ese espectáculo debería provocar en el presidente de gobierno un golpe de realismo: ni los cuyos confían en su victoria. Pero Pedro Sánchez no es de los que asumen lo que advierte cualquier mortal: que entre los suyos la desmoralización es total. No por falta de buenos candidatos, sino porque esos buenos candidatos están contaminados por el rechazo que provoca Sánchez.
Si cree el presidente que en un debate ganaría a Feijóo de calle que se ande con tiento. Palabras como Podemos, Bildu, malversación, mentira, sedición, independentismo, sí es sí, o trans, provocan indignación en millones de votantes. Incluso votantes socialistas.