Francisco Muro de Iscar

MUY PERSONAL

Francisco Muro de Iscar

Periodista


Semana Santa: enganchados al Amor

25/03/2024

Tras la Cuaresma, la Pasión, el mensaje de Amor más grande en la historia de la humanidad. Y la Resurrección. El compromiso de Dios con los hombres, el sacrificio más generoso. Tal vez resulta raro hablar de esto hoy, en medio de una sociedad descristianizada, en la que ya muchos ni siquiera escuchan hablar de Dios en las escuelas o en las familias. En una época que está marcada por el dolor y la tragedia de conflictos y guerras que no tienen fin y que nos hacen perder la esperanza en la humanidad o nos recuerdan lo frágiles que somos. En un tiempo en el que "resulta insoportable observar, como dice José Antonio Pagola, con qué indiferencia escuchamos cifras aterradoras que nos hablan de la muerte de millones de hambrientos en el mundo y con qué pasividad contemplamos la violencia callada, pero eficaz y constante, de estructuras injustas que hunden a los débiles en la marginación".

Y, pese a ello, en un mundo lleno de ruido y de distracciones, pero también de soledad, la Semana Santa encierra para muchos millones de ciudadanos un gran mensaje de Amor, de paz y de esperanza. Pasión del Crucificado, pero también compasión y esperanza para los que sufren, para el prójimo, para el cercano, para el hermano. Mirar al Jesús cargado con la cruz, azotado, escupido, caído, es mirar al Jesús que ama a todos los hombres, que escucha, que perdona, que se entrega, que hace suyos el dolor y el sufrimiento de todos, el que no es cadena, sino liberación. Ante tanto dolor, tanta guerra, tanta violencia, tanta indiferencia, el mensaje del Dios que muere y resucita por todos los hombres, es una invitación a engancharnos al Amor que no muere, al que resucita, al que es generoso en la entrega, al que es alegre. Los cristianos sabemos que la resurrección de Cristo es la clave nuclear de nuestra fe. Hay que trabajar en esta vida con alegría para hacer felices a los demás, pero la esperanza está en que hay otra vida después.

Esta Semana Santa se llenarán las calles de casi todas las ciudades con millones de personas siguiendo los pasos y los tronos que procesionan cada año las Hermandades y las Cofradías. Con devoción, con fe, con respeto. Acompañados por esas saetas que salen de las entrañas y llegan al corazón. Se escucharán en las iglesias o en los auditorios algunas de las músicas más grandes creadas jamás: Bach, Mozart, Haendel, Teleman, Mendelssohn, Penderecki, Messsiaen... No hay tema en la historia de la música que haya generado tantas obras ni tan universales. También ellos nos ayudan a llegar a Dios.

En este mundo que se aparta de Dios, aprovechemos la Semana Santa para convertirnos. Para hacer o rehacer nuestro camino interior, ese que tan abandonado tenemos. Para entrar en una iglesia y mirar a los ojos al Crucificado y a los de su madre, omnipresente al pie de la cruz. Para acercarnos a los que sufren, para ser mensajeros de solidaridad con los que están fuera de su tierra, para con los que han tenido que abandonar a sus hijos para buscar un futuro con ellos, para los que perdieron toda esperanza. Para engancharnos al Amor que nos renueva, que nos hace más humanos, más libres.

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