La candidatura socialista al Ayuntamiento de León, encabezada por el alcalde José Antonio Diez, logró la victoria con la suma de un concejal sobre los diez de los anteriores comicios. El Partido Popular, que encabezaba Margarita Torres, repite con nueve concejales. La UPL se ha hecho muy mayor, cinco concejales frente a los tres anteriores y será llave en la Diputación. Envalentonados, anuncian que presentarán candidatura a las elecciones generales de julio. Esta sucinta foto fija no oculta un trasfondo más vivo que nunca y que se llama leonesismo. Tres consideraciones.
Las elecciones autonómicas del pasado año, sin el despiste de las municipales, otorgaron a la UPL una notoriedad inimaginable, la capacidad de confrontar ideas y proyectos en igualdad de condiciones con los dos grandes de la comunidad autónoma, PSOE y PP, más allá del simple conocimiento popular de la formación política. El resultado obtenido fue histórico.
Esa realidad ha sabido leerla muy bien el alcalde capitalino, que saltó al ruedo en busca de la reelección con una muleta en la que se leía 'Solo León', eslogan desprovisto de la rosa. Previamente había tenido que batirse contra la candidata que trataba de imponer el «aparato» del partido, provincial y federal. Ganada así la libertad de movimientos, Diez ahondó en el leonesismo como seña de identidad sin abdicar de la marca socialista. Alejado de la disciplina de Ferraz, a la postre no solo ha salvado al partido del sunami anti-Sánchez, sino que además representa ahora la bandera más visible, con mayor poder, del socialismo en esta provincia.
El fracaso del PP sobre las expectativas nacionales puede explicarse por una doble circunstancia. La lista, con demasiado lastre del pasado, nació rodeada de escándalos y con ataques internos a la cabeza de lista, intelectual de altura a la que le recriminaban falta de compromiso y de pedigrí pepero. El déficit leonesista, sin concesión alguna al desliz por la tutela implacable de Mañueco, en apariencia al menos, es el segundo factor que impidió que León se sumara a la marea azul.
¿Hay mimbres para un diputado nacional? El reto, convencer a la gente de que su voto tiene traducción parlamentaria real, que es útil.