Pocas noticias tan positivas y agradables como la que se produjo el pasado viernes cuando los máximos representantes de la Junta de Castilla y León, de la patronal CEOE-CyL y de los sindicatos UGT y CCOO firmaron un acuerdo que supone la resurrección del Diálogo Social masacrado por el ex consejero Mariano Veganzones, propuesto por Vox. Con ser importantes y vitales las inversiones (2.100 millones hasta el 2028) y los objetivos (empleo, prevención de riesgos laborales, formación profesional, igualdad de género), lo es tanto o más el pacto en sí mismo. Es decir, la recuperación de la negociación, del acercamiento de posturas, de las cesiones de las partes para alcanzar una meta común, que, en este caso, es la mejora de las condiciones de los trabajadores y el compromiso sindical con las empresas. Todas las partes reconocieron que el retorno al Diálogo Social no ha sido fácil, que ha llevado su tiempo y que la vuelta a la "normalidad" ha costado lo suyo, especialmente porque se venía de una situación kafkiana e incomprensible. Procedía nada menos que de un consejero de Comercio, Industria y Empleo cuya única función parecía ser la de cargarse a las centrales sindicales, insultar a sus portavoces y romper enseguida unos acuerdos de los que tantas veces presumió, y con razón, Juan Vicente Herrera. ¿Por qué Mañueco consintió las tropelías de Veganzones sin llamarle en público la atención, sin cesarle? Como canta Bob Dylan, la respuesta está en el viento, aunque todos sospechemos de qué lado soplaba el viento y cuáles podían ser las presiones del dios Abascal y de su profeta en la tierra, el ya desaparecido García-Gallardo. Mañueco no pudo destituir a Veganzones mientras duró la coalición, pero ha tardado poco en ayudar a reconstruir un gran acuerdo sobre las ruinas de aquel desaguisado. Es para aplaudir, si bien ahora habrá que comprobar si se cumplen, y cuándo, los cinco grandes puntos del pacto firmado el viernes y si esos 2.100 millones llegan en tiempo y forma donde tienen que llegar. Los papeles lo aguantan todo. La realidad es otra cosa. Mientras tanto, felicitémonos porque el Diálogo Social ha revivido. Que se note.