El de la veterinaria de proximidad forma parte de los sectores que ya han comenzado a adaptar sus protocolos de trabajo al nuevo escenario social y económico creado por el coronavirus. El Centro Veterinario San Lorenzo, por ejemplo, ha dejado de permitir que los dueños de las mascotas accedan a las salas de tratamiento. «No sé si con esta también pero en los próximos meses tendremos que seguir con muchas de las medidas de protección que hemos implantado en las últimas semanas», anuncia Delia Muñoz, una de las socias de esta clínica, que también ha adoptado un horario intensivo y ha iniciado un modelo de atención al público con cita previa.

La práctica totalidad de los servicios que prestan en estos momentos tienen que ver con urgencias. La mayoría de actuaciones más rutinarias, como desparasitaciones internas y revacunaciones en adultos, las han pospuesto para cuando se recobre la normalidad. Una desescalada que irá seguida por un escenario de crisis del que será difícil que se libren los veterinarios. «Sobre todo si nuestro IVA, a pesar de que somos un servicio sanitario, continúa al 21 por ciento. Nos quitaron el reducido en la anterior crisis y no nos lo han vuelto a bajar, pero hay que darse cuenta que nuestro trabajo repercute en la salud pública», destaca Muñoz en conversación por teléfono con El Día.

Cuentan con la experiencia de hace una década y son conscientes de que la pérdida de ingresos de los hogares tiene consecuencias directas sobre los animales. «En aquel momento vimos que su salud empeoró y ahora tenemos miedo de que vuelva a suceder lo mismo y que incluso haya más abandonos», explica. Por eso, aprovecha para enviar un mensaje a las familias: «El bienestar de nuestras mascotas debe ser tan importante como el de cualquier integrante de la familia». Sobre que puedan ser transmisores de la enfermedad dice que «no hay evidencia científica».