A primera hora de este viernes comenzaba el derribo del casi centenario chalé de Villa Estrella, en el número 47 del paseo de Ezequiel González, junto a la iglesia de Santo Tomás. La propiedad tenía seis meses de plazo para ejecutar la demolición después de que el Ayuntamiento de Segovia ya le concediera la preceptiva licencia el pasado 16 de marzo, pero no ha tardado, mientras se iban intensificando en estas semanas las voces críticas (la Asociación de Amigos del Patrimonio de Segovia, la Academia de Historia y Arte de San Quirce o IU, entre otras organizaciones, además de particulares) contra una operación que extingue la emblemática obra de 1925 de Silvestre Manuel Pagola, popular y valorada, pero carente de figura de protección alguna, a diferencia de otros inmuebles del mismo arquitecto.

Precisamente la prensa preguntaba el jueves a la alcaldesa, Clara Martín, acerca del inminente derribo, y respondió que evitarlo habría requerido compensar a la propiedad con unos 10 millones de euros por la merma de sus derechos urbanísticos. Lo que no llegó a precisar es que la operación se fuera a ejecutar este mismo viernes, a pesar de que el interesado la habría notificado previamente, si es que todo va conforme a lo indicado en las condiciones de concesión de la licencia. 

En lugar de este inmueble se levantará una nueva manzana de viviendas con una edificabilidad elevada, la misma que ya tienen los edificios del entorno. En principio se preveía su derribo para construir un bloque de 66 viviendas como máximo con planta baja más cuatro y cinco alturas hacia Ezequiel González y Santo Tomás, respectivamente, si bien Izquierda Unida, muy crítica con esta operación desde que empezó a gestarse hace más de siete años, precisaba el pasado 17 de marzo que la previsión final es construir 44 viviendas, 3 locales, 72 plazas de aparcamiento y 46 trasteros, si bien desde Alcaldía se apunta que "supone la ejecución de 6.600 metros cuadrados edificables para un máximo de 74 viviendas".

También se contempla un nuevo vial peatonal de conexión entre el paseo de Ezequiel González y la calle Santo Tomás, con acceso a vehículos de emergencias precisamente para que estos puedan llegar al futuro edificio, así como un retranqueo de la tapia que separa esta finca de la iglesia de Santo Tomás para ganar algo de espacio libre público.