La austeridad marcó el carácter del poeta Antonio Machado (1875-1939), tanto como su bondad. Tras fallecer en el exilio, en Collioure, el 22 de febrero de 1939, su cadáver fue trasladado al cementerio en un féretro que prestaron a su familia. En su entierro, Pau Casals (1876-1973), uno de los mejores violonchelistas de todos los tiempos, quiso despedir a su amigo con la interpretación de una pieza, en medio de todo el gentío que acudió al sepelio. De repente, el hermano, Manuel Machado, le espetó al violonchelista: «esto no le gustaría a Antonio». Casals esperó a que nadie quedara en el cementerio para sacar el violonchelo y tocar frente a la tumba del poeta. 

Machado falleció en el exilio, víctima de la virulencia de una época, de la guerra más cruel, la del enfrentamiento entre españoles. Le mató la barbarie, después de haber sobrevivido, veinte años atrás, a la pandemia de gripe de 1918, la mal llamada gripe española, la más devastadora de la historia de la humanidad, ya que entre 1918 y 1920 mató a más de 40 millones de personas en todo el mundo.
Llegó en noviembre de 1919 a Segovia —donde permanecería 15 años— es decir, en mitad de terrorífica pandemia de gripe. El poeta tuvo la fortuna de no contagiarse del virus  que provocó centenares de muertos en la provincia de Segovia, especialmente de los más jóvenes.

A buen seguro Machado, si así lo hubieran ordenado las fuerzas vivas, hubiera soportado con disciplina espartana el confinamiento al que asistimos un siglo después por otro virus mortífero. Me asalta una verso del poeta: «el que espera, sabe que la victoria es suya». Paciencia, calma, prudencia, todo llega…. Y también llegará la victoria contra este virus ya tristemente coronado por su nombre y devastación. 

Diario de resistencia. De Machado al trasplante de heces.

Machado es paradigma de lo que conocemos como resiliencia, la capacidad para superar circunstancias traumáticas, como la muerte de su esposa Leonor Izquierdo, de tuberculosis, tres años después de contraer matrimonio. Y aguantó como un campeón una relación epistolar de casi seis años, de 1928 a 1936, con su musa, la poetisa Pilar Valderrama, ‘Guiomar’. Lo que durante mucho tiempo se interpretó como un amor platónico fue una prueba más de la virtuosa paciencia del poeta, pues no en vano en sus cartas transmitió a Guiomar sus quejas de forzada castidad. Ella estaba casada. 

Machado sorteó la gripe, superó el drama amoroso y el profundo dolor de ver a una España en guerra, víctima del odio, de la masacre. Nosotros solo tenemos que aguantar tres semanas más —calculo yo—confinados en casa, con tele, calefacción, internet, chuches y demás ‘lujos’.  Es mucho más fácil.

Jueves, 9 de abril. Es Jueves Santo y me asalta la nostalgia. Recuerdos de cuando, de niño y adolescente, salíamos mi hermano Roberto  y yo de «capuchones» —nada de nazarenos— con la Cofradía del Cristo de los Gascones, de la que sigue siendo cofrade mi padre. Al margen del trabajo, lo más productivo del día tiene lugar en la cocina. Mis primeras torrijas. No tengo palitos de canela ni cáscara de naranja, que suplo con canela en polvo y piel de manzana. Hago una barra entera y cometo un atentado a la repostería. Dado que a Tere , mi pareja y compañera de confinamiento, «no le van» mucho, me encuentro con dos bandejas rebosantes para mí solo. ¡Maldita tradición!

Diario de resistencia. De Machado al trasplante de heces.

Viernes, 10 de abril. Casi 300 fallecidos en residencias de Segovia desde que empezó la crisis sanitaria. Y en Radio Segovia se han leído más de 200 esquelas. Las cifras de este viernes sirven para comprender la magnitud del drama. La frialdad de los números es aterradora, casi tanta como la frialdad que demuestran los asesinos múltiples. 
Mi director, Juanjo Fernández, ya me pone en danza, sugiriéndome un tema o, como él dice, «un reto» —¡esas estrategias de los entrenadores!— la de unir las historias de médicos y pacientes que han logrado salvar la vida. Mientras le doy vuelta a la pelota, porque la cosa pinta nada sencilla, llamamos por videochat a nuestra amiga Azucena, gaditana, confinada en un pequeño apartamento en pleno centro de Madrid. 

«Ya me conocéis, soy muy casera, así que no lo llevo mal», nos dice.  La conversación deriva entonces hacia un libro que se está leyendo— ‘El intestino feliz’—, la dieta Fodmap y los trasplantes de heces. Sí, sí, trasplantes de heces. «Sergio, se me olvidó deciros.., en Estados Unidos igual que hay bancos de sangre para trasplantes, existen los bancos de heces. Para que veas que no es una tontería, ya hay empresas y comercio alrededor de los trasplantes fecales. Búscalo», me aclara en un whatsapp posterior a la conversación. ¡Gracias Azucena!. Terrible. 

Sábado, 11 de abril. En la Residencia Asistida el número de muertos se eleva a 58 y otros 53 se encuentran aislados, según los datos ‘oficiales’ que proporciona la Junta. Mi padre Vidal, que fue de los primeros empleados del centro y trabajó en la residencia hasta que, por enfermedad, a principios de los 90 se se tuvo que jubilar, mantiene contacto con sus excompañeros y alguno le relata que es un drama que jamás pudieron imaginar, que están peleando al límite de sus fuerzas para salvar la vida a los ancianos, que seguramente necesitarán apoyo psicológico cuando todo pase.

Diario de resistencia. De Machado al trasplante de heces.

Ya por la tarde, me envían un video, subido a facebook, donde se ve a tres ancianos salir en silla de ruedas y una camilla de la enfermería. ¡Las tres primeras altas¡ Salen coreados por los aplausos de la plantilla.

Toca huir un poco del trabajo y la televisión y Tere y yo encontramos refugio en un juego de mesa. ‘Hotel’, que es como un Monopoly pero más chulo. Me despluma. Esta claro que no valgo para agente inmobiliario ni emprendedor, en este término tramposo alumbrado por el capitalismo, porque —digo yo— emprendedores somos todos. Hablemos de pequeños empresarios. 

En Hotel no eres pequeño empresario sino un hombre de negocios, un magnate y yo me críe en las humildes viviendas sociales del polígono de San Millán; un «desheredado», que diría Alfonso Guerra, a mucha honra. Y como los ‘pobres’ también podemos tener caprichos, decidimos abrir una botella de vino —de cuatro euros del Lidl— y unas patatitas fritas y montarnos nuestra pequeña ‘fiesta’ en el minúsculo balcón del apartamento; mientras mantenemos un videochat con Noe, Polu y Bea.

Diario de resistencia. De Machado al trasplante de heces.

Domingo, 12 de abril. Acabe, anoche, hablando por whatsapp con algunos médicos del Hospital General para uno de los reportajes que me han encargado para la edición en papel. Me despierto pensando en que hoy me llegará la respuesta y que cuando tenga vía libre me tocará ponerme las pilas, apretar los dientes y no levantar el culo… ¡Ojo! ¡De la silla!, que no del water. Por fortuna, mi estreñimiento fue pasajero (eso para los que dicen que no cuento intimidades). 
Mi amigo Marcos, de Fisioterapia La Piedad, me manda unas fotos, tomadas desde su ventana, de un camión de policía lanza-agua, el famoso camión ‘botijo’ pensado para dispersar manifestaciones y que hoy ha sido reconvertido en un vehículo de desinfección de gran capacidad. 
El camión está en Segovia, está circulando por el ‘Paseo Nuevo’, una noticia más para nutrir la web, a la que ‘subo’ varios testimonios de pacientes Covid-19 ya curados, como el médico Alberto Montarelo, el periodista Alfredo Matesanz o Marisa Delgado, enfermera y ‘hermanísima’ del gran Perico Delgado.

 Una noticia me impacta: «Jesucristo, arrestado por salir de su tumba en pleno confinamiento». Es del Mundo Today aunque otras, de periódicos que se jactan de serios, bien podrían  incluir varias de sus noticias en aquel noticiero del chiste. 

Leo un artículo del historiador Eduardo Juárez, el primero tras salir del infierno, y extraigo, con su permiso, esta frase: «esta maldita peste está acabando con la memoria de nuestra sociedad. Si la gripe de 1918 se cebó con los jóvenes, atacando nuestro futuro, este enemigo tenaz nos arrebata a los mayores, templo de sabiduría y experiencia». Acabo el día hablando con la enfermera Elena Fernández-Vega, uno de los sanitarios que le cuidó cuando estuvo ingresado. Y con la doctora Eva Ferreira, especialista en enfermedas infecciosas del Hospital General, Gracias Elena, gracias Eva. Acaba el domingo leyendo un comentario en facebook de David García: «Me estoy lavando tanto las manos que han aparecido dos sellos, de Ladreda 25 y Florida».

Diario de resistencia. De Machado al trasplante de heces.

Lunes, 13 de abril. Jorge Martínez ‘Ilegales’ ha dicho otra verdad como un puño: «Los músicos confinados se promocionan de forma repugnante». Pues sí. Con la excusa del tiempo libre, algunos nos torturan con su creatividad. Ya no hablo de los que, a las ocho, aprovechan los balcones abiertos para desplegar berridos y notas disonantes. Por fortuna, aquí en La Lastrilla tenemos la suerte de buenos músicos a la dulzaina y de otros espontáneos que colocan sus bafles para soltar el ‘Libre’ de Nino Bravo. 

çDesde aquí pido, humildemente, que el vecino que, generosamente, pinchó ‘Cuando zarpa el amor’, de Camela, modifique el repertorio. Paso el día hablando con médicos, enfermeras y pacientes para mi reportaje de esta semana —nada fácil en estas circunstancias— mientras miro de reojo algunos artículos como el que se titula: «La Semana Santa de Cuéllar se celebra con Playmovil». ¡Impresionante!, como también ponen los pelos de punta las declaraciones del secretario general de Vox, Javier Ortega Smith, que, literalmente, asegura haber vencido al coronavirus chino gracias a sus anticuerpos españoles. Me le imagino lanzando la frase ataviado con un pantalón apretado —que oculta un tanga de leopardo— y camisa abierta de cuello tiburón, tomando un ‘güisqui’ en un bar de carretera cutre, mientras suena una de Los Chunguitos.

Martes, 14 de abril. Leo en twitter a Jorge García: «todos sabemos como son los ataúdes, todos podemos imaginar el Palacio de Hielo repleto de ataúdes, no hace falta más, se puede informar sin morbo ni sensacionalismo». El que me ha sobreexcitado es Mariano Rajoy, pillado por La Sexta, mientras, presuntamente, hacía deporte —ese andar deprisa propio de los carteristas y toreros malos— en los alrededores de su casa madrileña. «Fue presidente más inmovil y ahora se mueve sin tener que hacerlo», bromea Pedro J.Ramirez en RTVE. Rajoy —al que le presumo una buena excusa para explicar tamaña insolidaridad— tiene la suerte de no haberse saltado el confinamiento en la India, donde los agentes de la policía emplean bofetadas, golpes con palos y flexiones para castigar a los que se saltan el confinamiento. Me cuenta mi compañero Álvaro «el maquetas» desde Burgos que a unos extranjeros que pillaron por la calle les hicieron escribir quinientas veces: «no volveré a saltarme el confinamiento…». Pues eso.

Diario de resistencia. De Machado al trasplante de heces.

Miércoles, 15 de abril. Hoy, por fin, llegaron a mi casa las lentes de contacto que compré online a General Óptica. Y ahora me digo... Si estoy todo el día al ordenador, y para descansar la vista es mejor utilizar las gafas...¡qué bobada! ¿o no? « ¡Ayyy Sergito¡», que diría mi tía Sagrario —la echo mucho de menos—. Bueno, será lo primero que estrene cuando acaba el confinamiento; como ir a Restaurante La Fundición del Real Sitio a comer unos torreznos con mi amigo Juárez, que apura en casa su recuperación tras 21 días ingresado por culpa del Covid. Aníbal, chef de ‘La Fundi’ también sabía de su deseo y le ha mandado un plato rebosante a su casa.

Jueves, 16 de abril. Apuro el dia terminando los reportajes para la edición en papel del periódico. Con un día de retraso tras su publicación, me quedo anonadado con la indecente portada de El Mundo que muestra la foto de dos sanitarios con trajes completos para evitar el contagio ante el cádaver, de un hombre. Es un inmigrante. ¿Qué pensaría Machado? Seguro que dinamitaría su paciencia.