Diario de resistencia: cuarta semana en La Lastrilla

Sergio Arribas
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Los habitantes de Wuhan, primer foco de la pandemia, salen ya de sus casas tras 11 semanas de confinamiento. Aquí la pelea continúa :«Resistiremos, erguidos frente a todo». Soy periodista y vivo mi confinamiento en mi casa, en La Lastrilla.

Pilar y Nacho, mis vecinos de abajo, en su terraza, la que envidio, sanamente. - Foto: S.A.

El periodista vale más por lo que sabe y no dice que por lo que cuenta. Rompo la regla para confesar una de mis estrategias cuando afronto el reto de  seducir a los lectores para que lean mis artículos y reportajes. No es nada nuevo, es algo que no se escapa a los profesionales de la prensa. Más allá de un titular que ‘enganche’, en el género del reportaje hay que emplear «la técnica de la morcilla»

Imaginen una morcilla —me vale la de Burgos o la patatera extremeña—. No piensen en el componente del embutido, a base de sangre cocida, sino en las anillas de metal que la cierran en ambos extremos. Un buen reportaje tiene que ser como una buena morcilla, debe estar bien atado al principio y al final, y dejar después ‘regusto’ al que lo saborea, es decir, a los lectores. El texto tiene que arrancar con un relato muy potente, atractivo, capaz de ‘enganchar’ al lector y seducirle para que siga leyendo; y tiene que concluir con otro párrafo no menos atractivo, que le deje buen sabor de boca. Si han llegado a leer hasta aquí, vamos bien… Algo hemos logrado. 

Valga este preámbulo-chapa, aunque de ánimo docente-, para confesar que no sabía cómo empezar esta semana a escribir esta bitácora del confinamiento. Opté al principio por lo escatológico —mis compras de kiwies para impedir el estreñimiento— , pero al final elegí la morcilla. Es mucho más nutritiva que el kiwi que, por cierto, no procede de Nueva Zelanda sino de China, donde surgió este maldito Covid-19, que cada día siega la vida de más compatriotas.

Gabriela, mi sobrina, que también se queda en su casa, en Navalmoral de la Mata (Cáceres).Gabriela, mi sobrina, que también se queda en su casa, en Navalmoral de la Mata (Cáceres). - Foto: D.S.

Viernes, 3 de abril. Cumplo a rajatabla (¡que palabra!) las recomendaciones de la granjeña Irene Rodríguez, —periodista, bloguera y buena amiga— sobre el teletrabajo. «Hay que ponerse ‘en modo trabajo’, aseados, desayunados y listos para trabajar». Aunque no abandono el pantalón del pijama (lo siento), me pongo guapo —imaginen ahora risas de fondo, al estilo de las comedias americanas— y estreno una sudadera, de ‘La Vespita’.

Mi pequeño portátil HP, que anoche me lanzó un SOS, de un fallo en su disco duro, ¡ha resucitado! Llamo a General Óptica. Una mujer amable me gestiona la compra de unos juegos de lentillas —me quedé sin existencias— con las que podré devolver las gafas al cajón y abandonar esta imagen de Mortadelo. «Cómo la siguiente semana es Semana Santa y es fiesta… las recibirá en 15 días», me dice la vendedora. ¡Coño! ¡Semana Santa! ¿Pero no lo han aplazado? Estas cosas me hacen olvidar, por un segundo, el drama que nos rodea.

«Llegaste a este mundo en medio del caos absoluto y parece que otro desorden te ha obligado a marcharte. No sabes cuánto me duele que no hayamos podido estar a tu lado, pero me consuela que no has estado sola, un gran equipo valiente y humano ha sabido cuidarte hasta el último de los momentos». Es la carta de homenaje y despedida de Aurora Martín, hija de mi amiga Mercedes, a su abuela, que ha publica en su perfil de facebook. Nunca podemos olvidar que detrás de las cifras hay almas, nombres, caras... Descanse en paz. 
Merche, Lourdes, Ana, Carmen…me escriben para comentarme que les ha encantado la portada de El Día de Segovia, donde se lee ¡GRACIAS! con 33 rostros de personas que, como ellas, trabajan a diario en el Hospital, centros de salud y residencias de mayores… La gratitud, como el perdón, hacen mejor al ser humano. Grandes.

La Plaza Mayor, vacía, el pasado Domingo de RamosLa Plaza Mayor, vacía, el pasado Domingo de Ramos - Foto: A.M.

Sábado, 4 de abril. Nunca fuí buen escritor, me falta talento y me sobra pudor. ¡Como me gustaría tener más vocabulario! —que se gana con la lectura— , de lo que anda sobrado el que fue mi compañero Marcelo Galindo, periodista todoterreno, al que espero pronto darle un fuerte abrazo. Ciertamente, amo esta profesión y me he ganado la vida escribiendo las historias de los demás, en artículos de vida efímera, a las órdenes de la actualidad. Nunca, como en este confinamiento, he pasado más horas al teclado y ‘buceando’ en internet. 

El Covid-19 todo lo contagia, hasta las mentes estrechas. ¡Cuántos ministros de Sanidad y epidemiólogos hay en las redes sociales! Son esos ‘cuñaos’ —que nadie de los míos se dé por aludido— que saben de todo, y, por supuesto, de pandemias. «Si cada español hablase de lo que sabe, y solo de eso, se produciría un impresionante silencio que debería ser usado para el estudio». La frase es de Antonio Machado y la ha recordado Juanjo Álvarez de Pablos en su perfil de Facebook.

Me paso la mañana subiendo a la web algunos de los testimonios de los profesionales sanitarios que hemos publicado en el periódico en papel. La respuesta de gratitud de los internautas hacia nuestros héroes me llena de orgullo y satisfaccion, que diría ‘el Borbón’, el rey emérito, al que habría que rebautizarle como «demérito», por el triste episodio de su presunta fortuna amasada en comisiones y oculta en Suiza, a la que ha renunciado su hijo en una futura herencia.

Corzos por el Acueducto.Corzos por el Acueducto. - Foto: D.S.

Me pierdo. Hablaba de los ‘héroes’ del personal sanitario. Algunos de los testimonios, como el de Merche María, enfermera de la UCI, gozan de un aplauso unánime. Su relato es carne de hemeroteca, algo que no puede caer en el olvido. Pero ya se sabe, «es tan corto el amor y tan largo el olvido», que dijo Pablo Neruda. «Se lo digo al equipo, con esos aplausos no podemos defraudar». Es la declaracion de Merche y titular de la noticia, ilustrada con varios miembros de la UCI del Hospital General, que ha pulverizado todas las estadísticas, con centenares de ‘clicks’ y decenas de comentarios de afecto hacia estos profesionales. ¡Se lo merecen!

Llevo mal no ver a los míos. Sí, por supuesto, los padres; y, en mi caso, la presencia de mi hermano Roberto, que trabaja en IE University. Un estudiante italiano que se contagió en el país transalpino fue el primer caso en Segovia. La noticia alcanzó informativos y programas nacionales, como el de mi ‘querida’ Ana Rosa Quintana, con más gafas de colores que zapatos de tacón tenía Imelda Marcos.  Si entonces, a principios de marzo, nos hubieran dicho que, apenas un mes después, serían en Segovia casi 1.500 casos confirmados y 122 fallecidos —solo en el Hospital General— Y sin contar la tragedia de las residencias de mayores... Todo resulta asombroso. ¿Pero qué no lo es hoy?

Para asombrosa la pericia de mi sobrina Gabriela —de 4 años, los mismos que Candela, la hija de mi hermano—, capaz de escribir con todas las letras —bueno, le faltaba alguna—: ‘El diario de Sergio Arribas’. Ha escrito Árias y no Arribas.  ¡Me la como! Ésta sería una buena ocasión para volver a la infancia, a la inocencia de juventud, cuando uno se cree indestructible, a esa ingenuidad que teníamos antes de la crisis y que nos hacía, por ejemplo, visualizar con perplejidad y espíritu burlón aquel vídeo de unos chinos que, a 10.000 kilómetros, montaban en diez días un hospital. No nos ha hecho tanta gracia ver el hospital improvisado -y con carencias- en IFEMA.

Noe y sus compañeros, en el centro de salud de un pueblo de Cáceres.Noe y sus compañeros, en el centro de salud de un pueblo de Cáceres. - Foto: D.S.

Domingo, 5 de abril. Amanece este Domingo de Ramos con una sorpresa mayúscula. Las cámaras de Policía Local  captan el paso, por la noche, de varios corzos junto al Acueducto. Los vídeos son virales y, por supuesto, los publicamos en la web del periódico. La naturaleza se abre paso tras el encierro de los humanos. 

Me provoca una sonrisa que desaparece al ver el siguiente vídeo, grabado por mi compañero Aurelio Martín. Muestra la Plaza Mayor de Segovia. A la hora en la que tendría que salir la procesión del Domingo de Ramos desde la Catedral, la Plaza Mayor se presenta vacía, sin un alma. Es un vídeo de apenas un minuto donde el sonido de campanas es el único que desafía el silencio que ha invadido todo el espacio. Estremece. Me toca la piel. Apenas se percibe al quiosquero. 

Al ver el vídeo me asalta la tonta idea de que, en cualquier momento, va a aparecer el teniente coronel Robert Neville, también virólogo, personaje que encarnaba Will Smith en la película ‘Soy Leyenda’ (2007) . Neville, un virólogo del ejército, queda como el último humano sin contagiar por un virus en la ciudad de Nueva York y posiblemente, en el mundo entero.

El anuncio del alta hospitalaria de Eduardo Juárez en la red social facebook.El anuncio del alta hospitalaria de Eduardo Juárez en la red social facebook. - Foto: D.S.

Tengo que conseguir testimonios de pacientes con Covid-19 que estén recuperados o en vías de recuperación. Lo  que se preveía como un domingo más relajado —¡qué bobadas! ¡este maldito virus nos ha robado hasta el calendario!— se convierte en una jornada con el culo pegado a la silla. No pasa nada.

Lanzo la caña y empiezo a hablar con víctimas del ‘bicho’, algunos doctores, como mi amigo Alberto Montarelo, un segoviano que ha peleado muchos años como médico de Urgencias. Su relato me agita y decido salir a mi pequeño balcón donde, nuevamente, diviso, abajo, a mis vecinos Pilar y Nacho en esa amplia terraza que me suscita una envidia sana. Entablo conversación y me entero de que ella ha pasado la enfermedad. Tanto buscar y tenía un testimonio delante de mis narices. Suerte u olfato, el que se pierde con el Covid-19.

Lunes, 6 de abril. Parece que hemos superado el pico. Todavía falta para aplanar la curva de contagios, pero los mensajes son esperanzadores. Y hablando de aplanar la curva…. Sin quemar muchas energías, salvo por lo que pueda quemar al teclear el ordenador, limpiar la casa y mi paseos al balcón y al frigorífico, observo que mi curva —la de la barriga—ha crecido ligeramente. Cuando todo pase me tocará aplanar mi curva.

Sigo con los testimonios de los pacientes y consigo el teléfono de Ana Peñas, la primera extubada del Hospital General. Su relato me provoca mil y una preguntas y la charla se alarga a casi media hora. Es tremendo. Ha estado 19 días ingresada, 10 de ellas en la UCI. Sus reflexiones me tocan.

Terrorífica la noticia que leo en el diario.es y que sube Ignacio Escolar: ‘Nueva York baraja enterrar de forma temporal a fallecidos por coronavirus en parques públicos’. ¿Qué pensara al leerlo Boris Johnson, el premier británico, ingresado esta misma noche en una UCI? Fue de los que minusvaloró públicamente al coronavirus. El errático comportamiento del presidente de Brasil, Jair Bolsonaro ante la crisis del Covid-19 —que llegó a definir al mortífero virus como un ‘mísero resfriado’— le va a costar un disgusto. El Ejército ya amenaza con intervenir ante la incapacidad presidencial. Termino mi repaso de la ineptitud, con el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ese mismo que pidió por carta al rey de España, Felipe VI y al Papa que pidieran perdón por la conquista de México. Ahora pide a los mexicanos que usen amuletos y estampitas de santos y vírgenes para hacer frente al coronavirus. 

La crisis del Covid-19 debería servirnos para sacar algunas lecciones, entre ellas acabar con la creciente «deshumanización» de la sociedad, donde si no tienes un gran puesto o tienes un gran salario es porque eres, directamente, un vago o un inútil. Lo de la penosa gestión de algunas residencias de mayores, que ha puesto en evidencia esta crisis, debería hacernos reflexionar.

Martes, 7 de abril. A lo largo de la mañana llega la noticia más esperada. A  amigo Eduardo Juárez, profesor de la Carlos III y cronista del Real Sitio, le dan el alta hospitalaria. Lo publica en facebook. «Con el alta en la mano. No sé ni qué decir. Gracias a todos por salvarme la vida». 535 ‘clicks’ de ‘me gusta’ y 439 comentarios. Llorar de alegría. ¡Qué dulce sensación! ¡Cómo te echo de menos amigo! También añoro a Candela, mi sobrina, que se ha hecho una ‘tienda de campaña’ en su habitación. Es el confinamiento del confinamiento. Y me llega una foto de Noelia Jaraiz, mi cuñada, farmacéutica movilizada como personal sanitario en el centro de salud de Villar del Pedroso, en Cáceres. ¡Gracias! Termino el día hablando con uno de mis ‘topos’ en el Hospital General: «hay menos ingresos, pero los que vienen son más jóvenes y vienen más graves». Triste.

Miércoles, 8 de abril. Es un día raro. Toca cerrar la edición en papel, pues mañana, Jueves Santo, no trabaja la imprenta. Abonado a la ‘Ley de Murphy’, mi HP vuelve a hacer ‘crack’, justo en el peor día. Así que me toca desplazarme, con todas las precauciones a la redacción. Buena anécdota -no prevista- para concluir el diario de esta semana. ¿Se acuerdan de la técnica de la morcilla de la que hablé al principio?